lunes, 13 de agosto de 2007

Sobre la exposición VAN GOGH los últimos paisajes

En el primer número de nuestra revista escolar SIRINGA, en la sección Museo Virtual, os presentábamos la exposición que el Museo Thyssen iba a inaugurar con el título Van Gogh LOS ÚLTIMOS PAISAJES sobre la obra de este pintor en sus dos últimos meses de vida, antes de su suicidio en Auvers sur Oise, pequeño pueblo cerca de París. Una exposición para no perderse y de la que os pedíamos vuestras impresiones que pueden verse en los comentarios de este blog, entre ellas la que lleva como título :

ESTUVE ALLÍ
Hace unos meses, durante las vacaciones de Semana Santa, aprovechando la invitación de un compañero y amigo nuestro, Vicente López Brea, profesor de inglés que fue del Instituto Ciudad los Ángeles, ahora destinado en el Instituto Luis Buñuel de París, tuve la oportunidad de visitar el llamado pueblo de los impresionistas, Auvers sur Oise, una localidad situada a unos 35 km. de la capital francesa.

En estos días, en los que los distintos medios de comunicación y nuestra revista escolar Siringa se hacen eco recomendando la exposición titulada “Los últimos paisajes”, dedicada a las últimas obras que en este pueblo hizo Vincent van Gogh y que podrán verse desde el 12 de junio hasta el 16 de septiembre de 2007, en el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid; me ha permitido recordar de nuevo la emoción no exenta de curiosidad que se experimenta al pasear por las mismas calles e idénticos campos que pisó el “genio del pelo rojo”. Impacta pensar que, con toda seguridad, estás situado en el lugar físico donde el artista colocó su caballete y los lienzos para ver y captar con su peculiar visión las casas y los campos de labor del pueblo, sus ya inmortales trigales. E incluso, sentir con la imaginación el eco del disparo que aún parece retumbar por el entorno del “chateau” de Lery que acabó con su vida dos días después de descerrajárselo en el pecho, el 29 de julio de 1890.

Todas las obras que ahora se pueden disfrutar de manera directa en la exposición recomendada se contemplan también en el pueblo para servir de información sociocultural al visitante, aunque lógicamente, eso sí, sin el esplendor de la realidad del cuadro, gracias a la excelente idea de colocar grandes litografías que explican sus características generales y el museo donde se encuentra localizado de forma permanente, junto al motivo real pintado por el autor en Auvers.

La tranquilidad que su hermano Theo buscaba en Auvers para tratar de equilibrar, de una vez por todas, los desórdenes mentales de Vincent tras su paso por el manicomio de Saint Remy, es patente en las calles del pueblo hoy. No hay un turismo excesivo que llegue a abrumar, posiblemente por su exclusión de las rutas de los paquetes turísticos, ni incluso los paisajes pueden catalogarse como esplendorosos; sin embargo, tienen algo especial, de misterio, que quizás sirviese de razón para atraer la atención de los genios que por allí pasaron o lo han adquirido precisamente por eso. Únicamente puede verse algún turista occidental con cara de perdido como nosotros o la típica pareja de orientales disparando “a dos cámaras” sobre el entorno, posiblemente los mismos que te encontrarías en la iglesia románica de Frómista o en la cima del Makalu o del Dhalaguiri, siempre en busca de un mínimo alimento cultural capaz de enriquecer la visita en ambientes menos populosos que los de la capital.


La estancia de V. Van Gogh en Auvers fue corta, dos meses aproximadamente (setenta días para ser exactos), desde su traslado de St Rémy donde pintó el último cuadro, - Ramas de almendro en flor- del que el propio pintor orgulloso dice: “…de mis trabajos es quizás el que se ha pintado con más paciencia y mejor …”

……y que regaló a su sobrino recién nacido, imposible de igualar siquiera por la realidad fotográfica local; pero entra, con toda seguridad, en los momentos más fecundos de su vida como pintor.

Llegó a Auvers en mayo de 1890, y durante su permanencia en el pueblo pueden destacarse dos vertientes de su vida claramente diferenciadas; por un lado, la fecunda, con más de setenta obras contando, además de los cuadros, los dibujos y el único grabado que realizó en los dos meses de vida que le quedaban, casi a obra y media por día pintando de manera frenética y desenfrenada desde antes del amanecer hasta la noche, por otro, una auténtica tormenta mental y personal derivada de su desequilibrio emocional, cuando no locura, enfermedad ya augurada por otros con buen tino, “Este hombre o se vuelve loco, o nos deja a todos muy atrás” (Pisarro), predicción confirmada como cierta en ambos casos y que si bien no era admitida al principio por él, en algún momento escribía:

- “ lo que me consuela un poco es que comienzo a considerar la locura una enfermedad como cualquier otra y la acepto como tal”.

- “ En mi trabajo arriesgo mi vida y por su causa mi razón se ha hundido a medias…”.

Todo concluyó con el episodio fatídico de su muerte dos meses largos después de su llegada a Auvers. El 29 de julio del mismo año.
Antes de la llegada de Van Gogh al pueblo ya habían pasado por allí otros pintores de los que, al parecer, y según sus críticos especializados, recibió las correspondientes influencias, caso de Daubigny; que incluso llegó a montar un barco taller en el que plasmar los bellos rincones que ofrece el río Oise en el entorno, lo cual es evidente, y al que Vincent homenajeó después de muerto con el famoso cuadro “Le jardin de Daubigny” que puede verse en la exposición, y del que recogió ideas y paisajes en parte de su obra con la misma temática fluvial que aquel. De Pissarro y de P. Cézanne, de los que algunas obras pueden contemplarse en la misma exposición del Thyssen.

En Auvers le llamaron poderosamente la atención las famosas chozas, “… hay muchas viejas chozas, lo que va siendo cada vez más raro”, lo que le hizo retomar la “temática pintoresca” de su formación inicial básica. Como el cuadro L´Escalier D´Auvers avec cinq personnages. Es evidente que las casas de la izquierda y del fondo de la imagen a la que se accede por la escalera permanecen, el encanto no es el mismo, salvo el que se pueda experimentar a escala personal.

“ También,- dijo- he realizado un cuadro grande de la iglesia del pueblo en el que aparece el edificio en tonos violetas, recortándose ante un cielo de un azul profundo, de color puro; las vidrieras son como manchas de una tonalidad ultramarina, el tejado es violeta con una parte anaranjada”.( L´église d´Auvers) .


Desde los motivos más estructurales de sus cuadros, como las casas, la iglesia, los jardines, o el espléndido cuadro de un Ayuntamiento de Auvers engalanado para la fiesta nacional francesa del 14 de julio, que fue pintado, posiblemente, desde la habitación de la pensión de los Ravoux donde estaba alquilado; pasa Van Gogh, por mera evolución natural, a pintar el paisaje rural, el campo, desde todas las visiones posibles, en clara referencia al paisajismo típico holandés en el que también se inició.

Con horizontes muy altos en todos sus cuadros y formatos experimentales de 50 x 100 cm, que muestran una panorámica general de los campos de Auvers en todas sus posibilidades, con cielos limpios, claros, nubosos, de lluvia, tormentosos.


“Estoy absorto, -escribe- en la inmensa planicie, con campos de trigo contra las colinas, ilimitada como un mar”. “Son inmensas extensiones de trigales bajo cielos turbulentos y no he tenido que forzarme para tratar de expresar la tristeza, la soledad extrema”. “Experimento una increíble claridad en los momentos en que la naturaleza es tan hermosa”. Muy famoso es su cuadro “Campo de trigo con cuervos volando”. Pintado en el mes de julio de 1890, con los trigales a punto de la recogida, en la encrucijada de caminos que se muestra en la foto de la izquierda con la vegetación en el incipiente crecimiento del mes de abril.


A la llegada al cementerio de Auvers, donde están enterrados los hermanos Van Gogh, pudiera llegar a pensarse que la deuda que la humanidad, por incomprensión, ingratitud o cualquier otra causa, tuviera con tal genio en su momento, hubiera podido saldarse con una tumba en consonancia con sus méritos artísticos, (sobre todo pensando en el tratamiento que occidente y las personas por remordimiento dan a la muerte); algo que inmediatamente la gente piensa al contarles que estuviste allí. Pero no, a una vida pobre en lo material le corresponde una tumba aún más sencilla en lo trascendente, una losa con su nombre junto a la del único mecenas de su vida, su hermano Theo, cubiertas ambas por una lápida de densa vegetación de hiedra entrelazada como símbolo de la relación fraternal que tuvieron.


¡ PUEDE VERSE HASTA EL 16 DE SEPTIEMBRE EN EL THYSSEN !

G. Jimeno Diestro

Profesor de Ciencias del IES Ciudad Los Angeles